Aunque los cristianos poseen lo que denominan los cuatro Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), no se trata de cuatro narraciones diferentes y contradictorias, sino de un relato de la misma historia desde cuatro ángulos distintos.
Permítanme ilustrar esta afirmación. Imagine a una familia a la vuelta de la esquina en un accidente de tráfico. El padre puede ser testigo de la marca y el modelo de los dos coches implicados. La madre puede especificar el color de los coches y el número de sus ocupantes. Su hijo pequeño señalará que un cachorro ha estado a punto de ser aplastado, mientras que su hermana pequeña sólo hablará de una muñeca caída de una puerta. ¿Quién dice la verdad? Todos dicen la verdad, pero han visto el mismo suceso desde distintos puntos de vista.
Del mismo modo, los cuatro evangelistas cuentan la misma historia de la vida de Cristo, pero no todos se centran en lo mismo. Relatan los mismos hechos según el propósito y el énfasis que dan a sus lectores. Mateo parece dirigirse especialmente a los judíos centrándose en Jesús como verdadero rey del reino de los cielos. Juan y Lucas escriben más para el lector no judío. Lucas también escribe las cosas en su orden cronológico. Marcos se ocupa mucho más de las acciones de Jesús y Juan se centra más en sus palabras.
Sin embargo, los cuatro evangelistas coinciden en los elementos esenciales de la vida y las enseñanzas de Jesucristo, y no se contradicen entre sí. La comparación de sus cuatro relatos nos ofrece la imagen más rica y completa de la vida y obra de Jesús el Mesías.
En la época de Cristo, el Próximo Oriente, donde Cristo nació y creció, estaba bajo la influencia del Imperio Romano y su civilización de base Griega. El sistema legal griego exigía al menos dos testigos para ir a juicio. Además, la Biblia confirma: “… Todo caso se resolverá por la declaración de dos o tres testigos. (2 Corintios 13: 1)
En su soberanía, Dios dio cuatro testigos cuyos testimonios concuerdan sobre la vida de Cristo. Los Evangelios son como las facetas de un diamante glorioso y precioso.